Crítica de The Five Year Engagement
La factoría Apatow siempre es garantía de calidad. Cada año nos llegan tres o cuatro comedias marca de la casa, que aunque varían mucho en cuestiones de calidad, siempre se mantienen por encima del aprobado y en varias ocasiones ascienden al notable alto. The Five Year Engagement era el siguiente proyecto de Jason Segel con Apatow después de la fenomenal Forgetting Sarah Marshall (traducida en España como la deleznable ¡Paso de ti!). Segel es famoso por interpretar a Marshall Eriksen en la sitcom How I Met Your Mother, una serie que empezó muy bien pero que ya lleva varias temporadas sin aportar absolutamente nada. Segel quiere liberarse cuanto antes de su contrato con la serie para poder disponer de más tiempo en su carrera cinematográfica, mucho más interesante. Con proyectos como este uno entiende por qué.
Tom y Violet se prometen al año de conocerse. Pero justo cuando empiezan a planificar su vida en común a Violet le ofrecen un puesto de profesora ayudante en la Universidad de Michigan por dos años. Es una gran oportunidad para ella y Tom accede a dejar un buen puesto como cocinero en San Francisco para ir con ella a las frías tierras del noreste de los Estados Unidos. Lo que parecía un arreglo temporal empieza a pasar factura a la pareja. Por un lado Tom empieza a descender en una espiral de cinismo y resentimiento por su falta de realización. Por el otro a Violet le pasa todo lo contrario, con un puesto donde se siente valorada y un jefe por el que se siente fascinada.
Las dos horas de metraje largas dan para muchas situaciones rocambolescas y subtramas de todo tipo, no pocas de ellas muy absurdas. Sin embargo el núcleo de la película, la relación entre Tom y Violet, sus problemas al intentar vivir una vida en común, está muy anclado en la realidad. Segel y Stoller conocen a sus personajes, y sus conversaciones, aunque siempre divertidas y rebozadas en slapstick, resuenan con sinceridad. Uno de los mensajes de la película está en la inconveniencia de convertirse en el mártir. Una vida en pareja exige sacrificios, y estos tienen que ser por las dos partes. Y tienen que hacerse siempre con sinceridad, no como una forma de atesorar favores cual Don Vito Corleone. Tom decide sacrificarse por Violet porque piensa que es lo que se supone que tiene que hacer. Tiene que ser el hombre, el fuerte, el mejor de los dos. Y lo único que consigue es atesorar resentimiento por ello. Y a la mínima que Violet no cumple sus altísimas expectativas impuestas por ese resentimiento empiezan los problemas.
La película no escatima en personajes absurdos y exagerados, con mención especial para el multirracial equipo de Violet. Segel y Stoller critican de una manera feroz a todos esos resabiados psicólogos de pacotilla que se creen que están por encima del bien y del mal, que obesrvan con omnipotencia a través del espejo falso, y que no dejan de ser unos neuróticos con complejo de superioridad que juzgan a todo el mundo todo el rato.
Se agradecen este tipo de comedias «masculinas», basadas en tramas reales, personajes de andar por casa y situaciones cotidianas. La comedia romántica lleva años siendo maltratada por Hollywood, que produce bodrios en masa dirigidos a veinteañeras frustradas y no muy inteligentes. Apatow va en contra de todo eso, muchas veces abusando de la sal gorda y el humor caústico, pero destruyendo mitos estúpidos. Solo por ver cómo derriba la teoría de la media naranja ya merece ver la película. El humor absurdo, los momentos «bonitos» y la impresionante Emily Blunt la convierten en un paquete irresistible.
8/10