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El tercer disco de estudio de Alcest salió a la venta este febrero con unas dosis de expectación pocas veces vistas en en el mundo del black metal. Por definición, el black metal no es un género de masas, sino que más bien se ciñe a un entorno underground de seguidores acérrimos, capaces de defender con su sangre la honestidad y valía suprema del mismo. Es un medio exageradamente conservador, donde por principio se desconfía de todo lo que no contenga los ingredientes marca de la casa:blast-beats, distorsión extrema, riffs afilados como cuchillas y voces agónicas ininteligibles, preferiblemente en una lengua incompresible de raíz escandinava.

Alcest superó casi desde el primer momento esa visión limitada para abrazar un sonido mucho más ecléctico, fusionando con valentía a tribus urbanas aparentemente opuestas. Y visto el éxito arrollador que ha tenido Neige, girando por todo el mundo sin parar, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que ha triunfado en su empeño. Sus conciertos son una amalgama extraña en la que se mezclan indies y alternativos, atraídos por el post-rock y el shoegaze, y heavies de pro, en busca de su dosis de riffs, blast-beats y voces agónicas. Y todos salen satisfechos.

A pesar de la naturaleza extrema que se puede encontrar en la raíz de Alcest, Neige compone una música muy accesible. Esto se debe por entero a la intención contemplativa con la que el músico francés dota a sus composiciones, buscando iniciarnos en un maravilloso viaje por paisajes de ensueño. Una realidad paralela llena de magia primordial y misterios entrañables. ¿A quién no le atrae semejante planteamiento? Para disfrutar de Alcest tan solo se necesita una mente abierta y compartir su visión escapista. El resto viene a continuación. La distorsión, las voces black, la percursión acelerada. Todo, tarde o temprano, hace click y cumple su función en ese gran panorama onírico. Porque la música de Neige tiene mucho que ver con las artes plásticas.

Veo a Alcest como el heredero y el último eslabón de una tradición musical impresionista. Es el Debussy del siglo XXI, pintando claros de luna con distorsión y electricidad. Los medios cambian pero la intención y el fin son los mismos: adentrarse en las profundidades de nuestra imaginación y sembrar visiones de luz. Luz apacible, luz violenta. Luz cálida, luz fría. Luz interna, luz externa. Luz llena de contenido. Luz repleta de pasión. Luz mágica. Luz.

Les Voyages De L’Âme. Los viajes del alma. Las travesías que nuestro espíritu acomete una vez nuestro cuerpo cae rendido al sueño. Los viaje astrales en los que trascendemos la realidad inmanente que nos sofoca y nos ahoga en el día a día. Los viajes al pasado, al sagrado mundo de nuestra primera infancia, al mundo que dejamos atrás al perder la inocencia y al que jamás volveremos de otra forma. Los viajes al caleidoscopio primigenio, la paleta de colores en la sumergimos nuestros corazones y pintamos en el firmamento infinito nuestra verdadera patria. Somos creadores de mundos. Feudos en los que reconocemos las facciones de nuestro hogar, nuestra esencia viva, las escamas de la luna sobre un lago a medianoche.
9/10

Crónica del festival Madrid is the Dark III (parte 4)

Primordial volvía después de la buena experiencia del año pasado y había muchas ganas de volverlos a ver. En el 2010 tuve el primer contacto en directo con esta banda irlandesa y no pude quedar más satisfecho e impresionado, así que las expectativas estaban por las nubes. Tras solucionar algunos problemas con el equipo, la banda empezó a tocar los primeros acordes de No Grave Deep Enough. Y cuando la canción rompió con el riff monolítico correspondiente marca de la casa volvió a hacer acto de presencia el sacerdote chamánico Nemtheanga. Vestido con una camiseta de tirantes hecha harapos y con la piel blanca pintada con las pinturas de guerra celtas y rastros de sangre por toda su cabeza afeitada. Las primeras filas estallamos en saltos y en un headbanging salvaje, respondiendo a las consignas del sumo sacerdote. Cuando terminó el primer tema, Alan presentó a la banda con su habitual “We are Primordial and we come from the Republic of Ireland” y presentó la siguiente canción del disco, Lain to the Wolf. Siguió con Bloodied Yet Unbowed y dio por presentado el disco Redepemtion at the Puritan’s Hand que habían sacado unos meses antes y cuyas temas se perdieron la cita del año anterior.

Primordial es una banda con un sonido increíble, pero cuando actúan en directo todo cambia. La interpretación de Alan Averill es el 50% de Primordial. Sus expresiones, sus gestos, su teatralidad. Nadie vive la música de Primordial como él, y es capaz de contagiar a todo el público con su entusiasmo. Se mete de lleno en su papel y encandila a todo el mundo. Es el maestro de ceremonias y todo el público obedece sus órdenes. Volvieron a repasar los clásicos As Rome Burns y The Coffin Ships, manejando los in crescendos con maestría. Cuando la furia por fin se desasta y Nemtheanga hace ademán de cortarse el cuello y las venas, cuando coge una escopeta imaginaria y apunta al público para luego ponérsela bajo la barbilla y volarse los sesos… Es todo tan intenso que un escalofrío te recorre la espalda y te vuelve loco.

De todas formas algo iba mal. Nemtheanga hablaba con los miembros del grupo entre canciones y parecía muy enfadado. Cuando llegó el momento de despedirse con la antológica Empires Fall se dirigió a la audiencia. “We’ve been cut. We are sorry”. Había que terminar a las 12, y Katatonia eran intocables, así que tuvieron que pringar los irlandeses. Todo por culpa de los putos Asphyx.

Katatonia venía al festival como cabezas de cartel y en teoría manejando el sonido más suave de todas las bandas. A simple vista podrían parecer algo fuera de lugar en un festival de metal extremo dado que no tocan nada de su material antiguo. Pero es que Katatonia en directo no se adhieren a la fórmula melancólica que rezuma en sus discos, sino que apuestan por erigirse en una banda de metal de pleno derecho. La vez que los vi en la Sala Ramdall a principios del 2010 fue uno de los peores conciertos a los que he ido. Salí muy decepcionado, básicamente porque me esperaba otra cosa. Aquel día en cambio me llevé una grata sorpresa.

Empezaron con la opener de su último disco, Forsaker y siguieron con Deliberation antes de volver a Soil’s Song. Continuaron con un repertorio en el que se ciñeron a sus últimos cuatro discos excepto en For My Demons, del Tonight’s Decision. Katatonia es una de mis bandas favoritas y esos discos son los que he escuchado con interés, así que el setlist me pareció perfecto. Nos regalaron alguna rareza como Wait Outside de las sesiones del Viva Emptiness, pero en general fueron a lo seguro, dando un concierto muy inteligente y equilibrado. El sonido de la Penélope estaba muy por encima del de aquella vez en la Ramdall y el grupo mantuvo mi atención hasta el final a pesar de que estaba exhausto y me maldecía por estar perdiéndome el Clásico.

En hora y cuarto les dio tiempo para tocar 14 canciones, terminando con Leaders. Nos felicitaron por el festival tan bueno que teníamos y se fueron. Con el doble asalto yo había dado por finiquitada la temporada de conciertos y lo único que quería era descansar y dormir doce horas seguidas.

En definitiva, el festival de este año era tan ambicioso que consiguió erigirse como uno de los mejores de Europa en el metal extremo. Los continuos problemas con las diferentes salas estuvieron a punto de mandarlo todo al traste y la organización acabó perdiendo dinero. De todas formas los promotores consiguieron sacarlo adelante cuando parecía que todo estaba abocado al fracaso y hay que darles la enhorabuena. La posible edición de 2012 debería guiarse por los parámetros de calidad en vez de cantidad. Dieciséis grupos en dos días en un recinto indoor es demasiado se mire por donde se mire. La idea de hacerlo durante el puente de la Inmaculada es magnífica, así que sería mejor aprovechar tres días en vez de tratar de meterlo todo en dos. Y quitar morralla. Hay algunos grupos que simplemente no merece la pena traerlos desde tan lejos. Daylight Dies y Mar de Grises no es que sean malos, pero no creo que valgan la pena para ocupar los puestos de más abajo. Skepticism y Ahab me parecieron una pérdida de tiempo y dinero. Y quizá se podría juntar los estilos en un mismo día, así el que quisiera doom no tendría que tragarse death o black, o viceversa.

Los mejores grupos del festival fueron Enslaved, Katatonia, Primordial y Ghost Brigade, siendo este último una sorpresa en toda regla. Si trabajan duro tienen la posibilidad de convertirse en unos imprescindibles en este tipo de eventos en muy poco tiempo.

Y así termina el especial de cuatro partes dedicado al Madrid is the Dark III. Se ha retrasado, pero espero que haya valido la pena.

Crónica del festival Madrid is the Dark III (parte 3)

El segundo día del festival comenzó con los alemanes Ophis, una banda que mezcla doom con black, en eso que algunos quieren etiquetar como depressive black metal o suicidal black metal y que a mí me parece una soberana gilipollez. La verdad es que a pesar de que se han llevado buenas críticas con el par de discos en su haber a mí no me dijeron nada. Los gritos del cantante se me hacían tan molestos como a cualquier fan de Rihanna y me sentí completamente al margen de toda la movida. Se me hicieron eternos. Luego descubrí que les habían extendido el setlist a todos los grupos por la ausencia de 40 Watt Sun.

Tras el mal trago de los alemanes volvieron los suecos de Isole, pero esta vez para deleitarnos con las composiciones de su proyecto paralelo, Ereb Altor. Al parecer crearon este proyecto para dar salida a su amor por Quorthon (el legendario frontman de Bathory) y las leyendas vikingas de su tierra. Aún hoy no puedo encontrar diferencias sustanciales en el sonido de los dos proyectos que justifiquen semejante separación. Pero me dio igual. Tocaron ese epic doom metal tan sobresaliente con el que se han labrado un pequeño nombre en la escena y sorprendieron con alguna obra maestra como Myrding. En ese tema la interpretación vocal roza la excelencia.

Los siguientes en subirse al escenario fueron los alemanes de Ahab, cuyo cantante había estado a mi lado hasta ese momento con sus enormes melenas rubias. Avisaron de que estaban jodidos de la garganta y que pasarían de las voces limpias, y acometieron temas de su último LP, The Divinity of Oceans. El sonido de Ahab (en honor del maníaco protagonista de la novela de Herman Melville) es descrito por sus integrantes como Nautical Funeral Doom. Nueva gilipollez al canto. El caso es que se dedican a hacer un sonido muy distorsionado, con una lentitud extrema y unos death grunts que están siempre en el tono más grave de todos. Sus composiciones son larguísimas, y las intercalan con sonidos de gaviotas y olas y alguna proyección de Moby Dick. El público estaba entusiasmado con ellos, llegando incluso un grupo de fans a sacar ballenas de plástico, pegarlas a un palo y agitarlas en el aire como si nadaran por la sala. El merchandising se agotó enseguida y los discos volaron. Yo, otra vez, me sentí por completo alienado.

Cuando por fin terminaron cambió de nuevo el tono como en el día anterior. El festival abandonó la senda doom para meterse en el death. Daylight Dies es una banda de death metal melódico de Estados Unidos, pero que tienen más cosas en común con las bandas de death/doom del viejo continente. Los conocía de oídas y su sonido, aunque agradable, me pareció bastante derivativo. Estaban un par de escalones por debajo de October Tide para poner un ejemplo, pero resultaron solventes y la audiencia pareció satisfecha.

Los siguientes fueron los brutal death de Asphyx. Esta banda holandesa lleva desde los años ochenta dando por saco. Fue el único grupo de todo el festival que de verdad me disgustó profundamente. No solo los gritos de Martin Van Drunen se me hacen insoportables, sino que su sonido se me hizo tan monótono, tan idéntico, que no podía esperar a que terminaran. Pero nunca lo hacían. Se vanaglorian de ser old school, así que hacen las cosas igual que cuando empezaron. Distorsiones extremas y más preocupados de dar caña que de hacer algo interesante. Se hicieron los sordos con el tiempo que tenían asignados y en vez de respetar los cincuenta minutos que les habían dado se quedaron hora y cuarto. Si entonces hubiera sabido las consecuencias que su gracia iba a ocasionar no hubiera tenido tanta paciencia.

Continuará…

Crónica del festival Madrid is the Dark III (parte 2)

Tras una breve pausa para cenar algo rápido volví a entrar para enfrentarme a los dinosaurios alemanes de Morgoth. Me coloqué a una distancia prudencial esta vez, sobre los escalones del fondo de la sala, ya que de alguna forma me temía lo que podría pasar. Efectivamente, estos death metalheads de la vieja escuela no saben hacerlo suave. Su brutal death metal es un hachazo directo a las cervicales. A 140 decibelios de distorsión extrema, en una sala pequeña, de techo bajo, con esos gigantes alemanes sobre el escenario, los flashes rapidísimos y el vozarrón de ultratumba de Marc Grewe, creí estar ante una visión infernal. Se formó un mosh pit violento en el centro de la sala y todo el mundo empezó a moverse como si estuviera atrapado en un torbellino que los succionara hacia abajo y luego los vomitara con odio. En un momento de locura metal un tipo enorme que rozaría el centenar de kilos traspasó las vallas de protección y se subió al escenario. La verdad es que Marc hizo un buen trabajo, controlando una situación potencialmente peligrosa con mucha profesionalidad y sin parar la actuación en ningún momento. La tralla del concierto fue tan exagerada que me dejaron exhaustos después de tan solo 50 minutos. Verlos en directo es una de esas cosas que hay que hacer al menos una vez en la vida.

Y así, siete horas después de internarnos en la oscuridad de la Penélope, nos dispusimos a darles la bienvenida al plato fuerte de la noche, los legendarios Enslaved. Este grupo seminal de black metal noruego no me había llamado nunca mucho la atención. Hasta que escuché su último disco. Axioma Ethica Odini es uno de los discos de la década, una colección de nueve canciones en la que los noruegos fusionan a la perfección toda la tradición black noruega con sus intereses progresivos y psicodélicos. Es un disco tan profundo que nunca te cansas de escucharlo, con todo tipo de progresiones, interludios melódicos, blastbeats exagerados y psicodelia contemplativa. Imprescindible.

Las expectativas eran estratosféricas. Me coloqué en las primeras filas y preparé la garganta para gritar con todas mis fuerzas. Sonó Axioma a modo de intro y se me erizó el vello de los brazos, previendo lo que iba a pasar a continuación. Salió el gigante de Grutle, el público estalló en vítores y empezó el riff monumental de Ethica Odini, la apertura del disco y una de las mejores canciones de toda la escena black. La complejidad instrumental de la canción es manifiesta, con líneas de guitarra entrecruzándose en el estribillo de una forma enajenante, con las voces limpias del teclista Larsen surcando veloces y el feroz rugido de Grutle acechando como la bestia que es. Y vuelta a la estrofa y ese riff monolítico capaz de derretir montañas. Es una melodía definitiva, explosiva y evocadora al mismo tiempo. Perfecta.

Tras saludar a la gente Grutle empezó a hablar sobre la rueda del tiempo y todos supimos que iban a abordar Raidho. El sonido en las primeras filas no era tan bueno como más atrás, pero todo fuera por ver de cerca de la bestia de Grutle exorcizando demonios de su garganta como si aquello fueran un mero paseo por el parque. Concedieron una buena parte del selist a su vena más progresiva, con canciones como Fussion of Sense and Earth, Ruun y Ground, que dedicaron a todas las féminas congregadas en la sala. Volvieron a su último trabajo para tocar la apisonadora Giants.

Tocaron una selección de lo más granado de su discografía reciente para luego tentarnos preguntando si queríamos algo de “old stuff”. Tras la respuesta entusiasta nos regalaron una versión impresionante de la archiconocida Inmigrant’s Song. Sonó de maravilla, rezumando Enslaved y black metal por todos los poros pero respetando la identidad Zeppelin. Por si alguno se había sentido engañado decidieron dejarnos una perla arqueológica, Allfǫðr Oðinn (Allfather Odin), de su EP debut de 1993 Hordanes Land. Volvieron en los bises para el clásico Isa y se fueron despedidos por un público entusiasta. En su hora y veinte de concierto consiguieron crear una experiencia de éxtasis, esas en las que las ondas sonoras consiguen transportarte a través del espacio y del tiempo, a dimensiones paralelas extrasensoriales donde olvidarte de todo y sumergirte en la miasma primordial de donde procede todo lo que existe.

Volví a casa reventado. Necesitaba recuperarme en un tiempo record para el asalto del día siguiente.

Continuará…

Crónica del festival Madrid is the Dark III (parte 1)

Parece que toca de nuevo pedir disculpas. Publicar un libro tiene mucha más enjundia de lo que creía en un principio. Esta macrocrónica en 4 partes se ha hecho esperar demasiado, pero al fin ya está aquí, así que hay material para unos días.

La tercera edición del Madrid is the Dark, el festival de metal extremo más importante de nuestro país, estuvo muy cerca de fracasar de la forma más estrepitosa. A última hora la sala Cats se echó atrás y dejó con el culo al aire a la organización, que tuvo que recolocarse a toda prisa en la sala Penélope, de infame memoria por el escándalo del concierto Opeth + Pain of Salvation de dos semanas antes. Era difícil ser optimista ante semejante panorama, pero al final salió todo bien, muy bien.

Me enfrenté el sábado con calma para disfrutar de 8 horas seguidas de metal extremo. El primer grupo fueron los españoles As Light Dies, que no sonaban a nadie. Esta banda totalmente desconocida fueron la primera sorpresa, ofreciendo un metal muy oscuro y extremo pero con un amplio abanico de contrastes gracias a la inclusión de un violín. Al parecer Dan Swäno les ha mezclado el segundo disco y están ligados a un sello ruso, pero está claro que algo falla. Les deseo más suerte en el futuro, porque lo que necesitan es visibilidad ya que talento tienen de sobra.

Los epic doom metalheads de Isole salieron a continuación y nos ofrecieron un concierto memorable, con esos fraseos de guitarra tan solemnes y una interpretación vocal operística salpicada de vez en cuando por algún alarde de furia gutural. Dignos discípulos de Candlemass, los suecos disfrutaron de un sonido envidiable y repasaron temas de todos sus discos, pero poniendo atención sobre todo al último, Born from Shadows. Me dejaron muy buen sabor de boca y me alegré de saber que al día siguiente les volvería a ver en su faceta Ereb Altor.

Los chilenos Mar de Grises fueron los siguientes en saltar a escena. Este grupo de death/doom con tintes progresivos está revolucionando la escena y atrayendo mucha atención por el norte de Europa, pero reconozco que yo todavía no les he cogido el punto. Su sonido es extremadamente denso, asfixiante y sumado a las voces agónicas del cantante, totalmente inquietante. Su actuación me resultó un poco monótona, con poca variación. Al parecer tuvieron algún problema técnico, pero nada en comparación con los que vinieron después.

Skepticism al parecer son una banda de culto proveniente de Finlandia. Practican un funeral doom metal con una fuerte presencia de teclados, una extrema lentitud y unas voces guturales tan graves que no parecen humanas. Salieron a escena casi media hora tarde ataviados con trajes negros como si acudieran a un funeral y dada la extrema duración de sus canciones solo pudieron tocar un par. Pero yo no me quejé. Era la apuesta más arriesgada del festival y me desagradó muchísimo aunque al parecer había gente que llegaba a disfrutarlos. Cuestión de gustos.

Con October Tide el festival abandonó la vertiente doom para centrarse más en el death, lo que se tradujo en un aumento de las revoluciones considerable. El death metal melódico de los suecos me sorprendió gratamente. Dieron un concierto animado, con mucha caña y repartiendo melodía a espuertas. Después del sufrimiento de sus predecesores los recibí como agua de mayo. Aprovecharon muy bien su tiempo y dejaron un buen sabor de boca a todos los asistentes, si bien llegué a pensar que la inclusión de unas voces limpias le vendrían de maravilla a su sonido.

Ghost Brigade era uno de los dos grupos que tocaban ese día por los que se sentía una predilección especial. Los sigo desde que sacaron el primer disco hace ya cuatro años y cuentan con unas canciones absolutamente brillantes. Practican un death metal melódico muy progresivo con influencias doom y de post-hardcore. Su punto fuerte son las texturas que consiguen con las guitarras y con la dualidad en las voces del cantante. Su punto débil es que todas sus composiciones se parecen bastante entre sí. Plantearon un concierto muy interesante, centrándose en sus dos últimos discos y otorgando a partes iguales calma y melodía y furia y violencia. Sonaron especialmente bien Soulcarvers y la majestuosa Into the Black Light. La actuación que se marcaron fue tan buena que me empujaron a empezar a escucharlos de nuevo en mi día a día, y solo los mejores consiguen hacer eso. Redescubrí Isolation Songs, un disco qué pasé un poco por alto en su día por parecerme muy extremo (la voz gutural del cantante tira más hacia el hardcore que al death, y se hace muy agónica para el que no está acostumbrado).

Continuará…

Crónica del concierto Moonsorrow + Tyr + Crimfall + Hamferð

Esta crónica se ha hecho esperar casi un mes por el ajetreo al que he estado sometido estas semanas, y por eso pido perdón. He estado trabajando duro en la corrección de un libro y dejarlo listo para la edición ha sido un proceso largo y costoso. Finalizada esta etapa ya puedo ponerme al día con los artículos de Forbidden Culture.

El pasado 24 de noviembre tuve la oportunidad de asistir al desembarco en Madrid del Dead Tyrants Tour 2011, una gira cargada de violencia pagana y furia vikinga. La sala Copérnico hizo de anfitriona esta vez, otorgando un sonido bastante decente y una decoración muy interesante. Era la primera vez que asistía a un concierto allí y la verdad es que salí encantado. Es un ambiente íntimo y personal, bastante competente en cuanto a luz y sonido, pero con un encanto especial que no tienen otras salas que hacen las veces de discoteca.

A las siete y media salió el primer grupo, Hamferð, y nos pilló completamente desprevenidos. Nadie sabía quiénes eran ya que no se anunciaban ni en los flyers ni en las entradas. Ataviados con traje negro al más puro estilo My Dying Bride salieron al escenario muy hieráticos, metidos en su papel Doom. Durante media hora repasaron un repertorio bastante regular que no sobresalió en ningún momento. Aparte de ser de las islas Feroe no pude vislumbrar ninguna razón por la que estaban allí. No pegaban ni con cola con el resto de los grupos, con un sonido diametralmente opuesto.

Diez minutos necesitaron los técnicos para acondicionar el escenario para la salida de Crimfall. Esta banda finesa cuenta con dos LP bastante decentes donde practican un viking metal épico basado en la dualidad de voces femeninas y guturales, ritmos con mucha fuerza y orquestaciones masivas. En el estudio suenan muy bien a pesar de no ser muy originales. En directo la historia cambia mucho ya que cuentan solo con una guitarra, una batería y un bajo para interpretar una música con muchas capas instrumentales, así que se apoyan demasiado en partes pregrabadas, y le resta muchísima fuerza a las melodías. De todas formas el buen hacer de su vocalista femenina y la fuerza que transmite el gigante encargado de las guturales hizo pasar un buen rato al público durante 45 minutos, y para muchos eso ya era suficiente.

A continuación salió Tyr, una banda que ha cosechado mucho éxito con su fórmula de viking metal basada en el virtuosismo de las guitarras, su gusto por el metal progresivo y las sobresalientes voces limpias de sus integrantes. Durante 70 minutos repasaron profusamente su última obra, The Lay of Trimm, y muchos de sus grandes temas de su pasado más reciente. El resultado fue un concierto que no decayó en ningún momento, lleno de energía y buen rollo, con el centenar escaso de personas que se habían reunido allí saltando y cantando sin parar. Las melodías de los feroeses son pegadizas, alegres y épicas, con un fraseo de guitarra que se entremezcla a la perfección y otorga una gran consistencia a los temas. Tuvieron algunos problemas puntuales pero todo se puede englobar dentro de los riesgos del directo, y el trabajo realizado por Joensen y compañía fue encomiable en todo momento.

Tras un cuarto de espera largo salió a escena Moonsorrow, los cabezas de cartel aquella noche (se iban turnando con Tyr durante la gira), maquillados con sangre por las caras al más puro estilo black metal. Y empezaron el concierto precisamente con uno de los temas más difíciles e incómodos que tienen, Tädhetön, de su reciente Varjoina Kuljemme Kuolleiden Maasa. Ya desde el principio Ville Sorvali escupió todo el odio y violencia sobre el escenario que el duro sonido de su último disco requiere. Vinieron muy metidos en su papel de paganos, explicando el sentido de las canciones y lanzando consignas que daban a entender su discrepancia con la cristiandad y la opinión que tenían sobre cómo les habían impuesto una religión hace un milenio. No comparto para nada las diatribas incendiarias tan extremas de gente así, pero reconozco que su música es eso y en la teatralidad que es una función musical queda bastante bien. Tan solo una vez se salieron un poco del guión, y no pude parar de reír. Sorvali presentó Jotunheim diciendo que ellos venían de la tierra “where eternal winter prevails”, y todo el mundo estalló en vítores. “Do you like winter? Really? We fucking hate it”. Y en eso coincido con él y con Marco Hietala, no hay absolutamente nada de romántico en ser un vikingo congelado en Escandinavia.

Moonsorrow consiguió en 80 minutos repasar todos los aspectos que hacen su música célebre, a pesar de tocar solo siete canciones, algo inevitable teniendo en cuenta la extrema duración de sus composiciones. Fueron duros, violentos y desesperanzadores, pero también alegres y enérgicos (sobre todo a los cortes sacados del Voimasta Ja Kunniasta, Sankaritarina y Kÿlan Pääsä) y hasta épicos y mitológicos a pesar de que no tocaron Haaska. Se despidieron con Kuolleiden Maa, cerrando el círculo de manera magistral, con la que bautizaron como “the last song on Earth”. Apoteósica en su violencia primordial.

En definitiva la noche fue muy notable. Dos grupos de primera con estilos muy diferentes si bien compartiendo una temática parecida, un telonero agradable y un plus que no aportaba mucho pero que tampoco molestaba en exceso. Es muy difícil disfrutar de grupos como estos en España, y hay que agradecer a Babylon Productions la apuesta, sobre todo teniendo en cuenta que el aforo no llegó a superar las cien personas. Con su buen trabajo consiguieron sacar adelante uno de los mejores conciertos de la etapa otoñal en la capital.

 

El festival Madrid is the Dark vuelve a hacer acto de presencia en el otoño madrileño por tercera vez consecutiva. Esta vez el cartel ha quedado impresionante, con un par de reclamos absolutamente indiscutibles cada noche y una serie de acólitos, que si bien no son tan conocidos, tienen una calidad más que reconocida en su breve andadura por la senda del metal más extremo y oscuro. El viernes actuarán como cabezas de cartel Enslaved, banda noruega de black metal con tintes progresivos que es parte de la primera hornada del True Norwegian Black Metal, y es de lejos la mejor de todo el grupo. Con su impresionante «Axioma Ethica Odini» maravillaron a muchos el año pasado, un disco de black metal puro y duro que suena fresco y novedoso, algo extraño en este género con tanta tendencia a permanecer inmutable.  Antes tocarán los alemanes de Morgoth, una banda que acaba de resucitar y  tratarán de capitalizar algo del impacto que supuesto su vuelta a los escenarios con su death metal industrial.

El sábado contaremos con la presencia Katatonia y Primordial, que fueron cabezas de cartel el año pasado. Esta vez los irlandeses tocarán temas de su «Redemption at the Puritan’s Hand», salido en abril de este año y que ha disfrutado de una gran acogida entre la crítica especializada, con una review en este mismo blog. Katatonia sigue a rebufo de su gira 20º aniversario y es muy probable que toquen algo de su antológico «Last Fair Deal Gone Down» a la vez que repasan temas de su carrera más reciente.

Entre los grupos que los acompañen nos encontramos a jóvenes talentos que están tratando de hacerse un hueco en una vertiente del metal tan complicada como esta. Hay que estar muy atentos a Ghost Brigade, Mar de Grises, Isole y 40 watt sun. El resto del cartel lo conforman: October Tide, Skepticism, As Light Dies, Asphyx, Ahab, Daylighy dies, Ophis y Ereb Altor. En total 16 bandas en el que rápidamente se está convirtiendo en un festival de referencia en toda Europa para la música extrema. La cita es en la Sala Cats de Madrid, los días 9 y 10 de diciembre a partir de las 15:40.  Esperamos estar allí para contaros cómo se desarrollan esos días de oscuridad sobre la capital de España.

El próximo viernes 2 de diciembre aterrizará en la sala Marco Aldany de Madrid la banda portuguesa Moonspell, interpretando principalmente temas de sus discos clave Wolfheart e Irreligious. Formada a principios de los noventa, el grupo liderado por el versátil Fernando Ribeiro hunde sus raíces en el black metal. A lo largo de su carrera han ido explorando corrientes musicales más acordes con el gótico, con mucha atención en la creación de atmósferas a base de teclados y enlas voces guturales de Fernando. Tras una carrera estable en la que han sacado 8 discos de estudio, los portugueses llevan casi cuatro años de silencio, desde que sacaron el esencial Night Eternal en 2008. Con ellos vendrán Ava Inferi, creación del ex-guitarrista de Mayhem, Blasphemer. Nos espera una noche de metal extremo con muchas dosis de melodía.

Crónica concierto Amorphis + Leprous

 

El sábado 19 coincidieron dos de las actuaciones más esperadas por cualquier amante del metal. Por un lado tocaban Opeth y Pain of Salvation en la sala Penélope y Amorphis y Leprous en la Sala Arena. Un choque de titanes en toda regla. A pesar que Opeth tenía las de ganar (por prestigio, alcance, calidad, nombre de los teloneros) tenía en contra el recinto, que no podía competir de ninguna manera con la Sala Arena y que equilibraba bastante la balanza. Soy seguidor de Opeth desde hace muchos años y discos como Blackwater Park y Ghost Reveries me parecen obras maestras, sin embargo la perspectiva de pasar otra velada en la sauna en la que sufrí a Symphony X un mes antes no me apetecía mucho. Entre que valoraba los pros y los contras una y otra vez se me pasó el arroz, es decir, se agotaron las entradas y me quedé con un palmo de narices. De todas formas no lo lamenté mucho. Ya no tenía que elegir. Era cuestión de ver el vaso medio lleno.

Llegué un poco apurado de tiempo a la cita, pasadas las siete y media, hora que señalaba la actuación del primer grupo de la noche, los españoles Nahemah. Nada más llegar empezaron la que fue su última canción de la noche. Miré el reloj. Me había pasado solo tres minutos de las siete y media, ¿cómo podía ser que estuvieran ya en la última canción? La respuesta había que encontrarla en los cambios a última hora que suele haber si las salas quieren adelantar sus sesiones de discoteca. En ningún sitio se había avisado de nada, y como yo fueron varios los que se perdieron a Nahemah. A pesar de todo al parecer tocaron unos míseros 20 minutos, así que tampoco nos perdimos mucho por cantidad, sin embargo, por lo que pude entresacar de una sola canción, sí que lo hicimos en cuestiones de calidad. Nota mental: escuchar a Nahemah.

A las ocho los noruegos de Leprous ya estaban sobre el escenario con su novedosa puesta en escena. Los cinco integrantes del grupo iban conjuntados, vestidos con ropas que remarcaban el rojo y el negro, con corbatas, camisas, chalecos y pajaritas. Daban una impresión más indie que otra cosa, pero nada más empezar el concierto Einar Solberg se encargó de disipar dudas. A pesar de tener la responsabilidad de los teclados, el cantante del grupo y sus rastas rubias se echaron a la espalda además la tarea de animar al público, haciendo el headbanging más salvaje que haya visto sobre un escenario. El tío agitaba la cabeza con tanta fuerza que creía que se iba a abrir la frente contra los teclados en cualquier momento. Se inclinaba tanto a la hora de bajar que ponía la cabeza entre las rodillas. A toda velocidad. Mientras tocaba los teclados, sin saltarse una nota. Una locura.

Leprous hace progresivo, pero sus temas más cañeros tienen tanta fuerza, son tan directos, que en muchas ocasiones aquello parece industrial. Los tíos son bastante capaces en sus tareas pero no subrogan la canción a su virtuosismo como hacen muchos en la escuela Dream Theater. Para Leprous lo importante es la creación de atmósferas, las emociones, lo que vertebra una canción. Se comportan como un todo, muchas veces acercándose al Wall of Sound para provocar una experiencia conjunta, única, ya sea calmada y contemplativa como en Mb. Indifferentia o la implosión cósmica de Waste of Air. Este tema de cinco minutos fue el súmmum. No tengo otra manera de describirlo. Me acordé de los momentos más bestiales de Mogwai, esa enajenación que te absorbe por completo y te funde los plomos del cortex cerebral, subiendo el input eléctrico de tus conexiones neuronales al standard de Nikola Tesla. Terminaron con Forced Entry, tema de diez minutos que resume a la perfección su último disco, el tercero de su carrera y que nos presentaron con orgullo en aquellos 40 minutos que se hicieron escasos. Cuando unos teloneros consiguen que no quieras ya ver al grupo principal si eso significara seguir con ellos es que lo han hecho de puta madre.

Pese a que nos habían metido mucha prisa, Amorphis se tomó sus buenos tres cuartos de hora antes de salir. A excepción de un pie de micrófono muy pintoresco, con válvulas, muelles y óxido incluidos, los fineses no utilizaron ninguna parafernalia. Sonó la melodía de Battle For Light a modo de intro orquestal y fueron saliendo para dar rienda suelta al Song of the Sage.

El nuevo disco de Amorphis, décimo en su dilatada carrera, adolece de una crisis de identidad. No hay absolutamente nada que no hayan hecho antes y mejor. Con Skyforger cerraron una etapa, llegando a la cumbre de la «trilogía Joutsen». Al año siguiente sacaron una recopilación de temas de sus primeros discos, su etapa death, y los regrabaron con Joutsen. Y este año han sacado este The Beginning of Times que es una especie de mezcla de todo lo que han hecho hasta ahora: melodías pegadizas con una base de piano, riffs épicos, voces limpias y death growls. El problema es que ninguna melodía es muy pegadiza, ningún riff muy épico y Joutsen, siendo tan bueno como es, tampoco puede hacer milagros. Y en este tour han hecho lo mismo, tirando por la calle del medio con un setlist anodino y poco acertado, con un gran énfasis en el recopilatorio.

Los fineses estuvieron correctos, pero si no llega a ser por Joutsen hubieran fallado miserablemente. Esa Holopainen es uno de los guitarristas más sosos que haya visto nunca. El tío ni siquiera movía la cabeza y se pasaba la mayor parte del tiempo de lado, pasando del público, como si no estuviera allí. Cuando hicieron la cover del infame “Pussy” de Rammstein (el tema más asqueroso de un grupo sobrevalorado) a modo de intro no me lo podía creer. No podía entender como eran capaces de no tocar ni una sola canción del maravilloso Silent Waters y dedicarle un minuto a una de un grupo claramente inferior.

Tras doce canciones se fueron y volvieron para los tradicionales bises. Sonó la intro de Skyforger y me emocioné recordando la gran canción que es pero sabiendo de antemano que iban a tirar por el single de Silver Bride, una canción que considero la hermana menor de Skyforger, aunque muy buena. Siguieron con My Kantele, en la que Esa tuvo a disposición durante unos segundos un kantele eléctrico, algo que se quedó más en una curiosidad que en otra cosa dado el poco uso que le dio. Dieron por finalizado el concierto con House of Sleep, un temazo indiscutible del primer trabajo tras el renacimiento de Amorphis y el advenimiento de Joutsen.

Los fineses no habían llegado a la hora y media en total y se habían dejado muchas canciones en el tintero. Es una opinión muy personal, pero reconozco que el setlist me dejó  algo frío. Pero aun así fue una gran noche por varias razones. Una sala impresionante, con un gran ambiente y nada de agobios. Unos teloneros mayúsculos. Un tío con rastas por las rodillas que a la hora de hacer el molinillo creaba unas aspas asesinas de dos metros de diámetro. Descomunal Joutsen.

Crónica del concierto Orphaned Land + Arkan + Myrath

El día 13 de noviembre desembarcó en Madrid el autodenominado Oriental Metal Tour con la banda creadora del apócrifo subgénero y dos de sus más aplicados discípulos. Para ello eligieron la Sala Ramdall, lugar de infame memoria desde que acudí con toda la ilusión del mundo a ver el concierto de Katatonia en marzo de 2010. El lugar en cuestión es una discoteca que no está en absoluto acondicionada para eventos de este tipo: techo plano a tres metros, acústica horrible, un chiste de escenario a treinta centímetros del suelo y poco aforo.

De todas formas formas a las siete y media se subieron los componentes de Artweg, un grupo de hardcore francés que no tenía absolutamente nada en común con los demás grupos. Apoyado en la pared de atrás del todo aguanté los veinte minutos de una actuación inmunda que me niego a detallar aquí.

A las ocho sin embargo las cosas dieron un vuelco total con la entrada de Myrath, un grupo progresivo de Túnez con unas influencias árabes más que evidentes. Ya desde la primera canción demostraron su buen hacer, su profesionalidad y el gran atractivo de Zaher Zorgati, el cantante con alma de estrella. Tocaron muchas de las canciones de su último disco, Tales of the Sands, y con ellos nos internamos en una tormenta de arena mística para salir en un mundo de fantasía con interminables desiertos, palacios majestuosos, batallas épicas, jardines colgantes, bellas princesas, djinns y duelos con cimitarras al alba. No se me ocurre mejor forma de describir a este grupo que “Prince of Persia Metal”.

Su actuación fue sobresaliente. La importancia de los teclados es esencial y gracias a Elyes Bouchoucha este aspecto quedó tan bien como en el estudio. Cada capa de sonido, cada línea de guitarra, cada timbre exótico se percibía con total claridad. Y luego está Zaher, que con su enorme voz y su desparpajo consiguió ganarse a la audiencia, un poco reacia a dejarse cautivar por un “moro”. Fue el primer concierto de metal en que he visto al público gritando enfervorizada “guapo, guapo” al cantante y este dejarse querer, sonriendo a todo el mundo sin parar.

Tras 45 minutos mágicos se bajaron para dejar paso a Arkan, una banda francesa que hunde sus raíces en el Magreb africano. Su death metal abrasivo con influencias orientales se apoya en los bramidos de Florent Jannier  y la belleza de Sarah Laysacc, una preciosa chica capaz de aportar ese toque exótico y delicado al grupo. Me sorprendí al verla subir al escenario con el grupo, ataviada con un vestido tradicional, blanco y lleno de filigranas. Distribuyeron su repertorio con sus dos discos hasta el momento, Hilal y Salam. Triunfaron claramente al dar vida a su propuesta, fusionando el metal extremo con la exótica tradición árabe en una conjunción rompedora. No podía salir de mi asombro cuando Sarah nos llamó a bailar por la paz y tanto ella sobre el escenario como la audiencia en la pista, todos, nos lanzamos a hacerlo. Bailar. En un concierto de death metal. Digno de verse.

No llegaron a los tres cuartos de hora cuando dieron por terminada su actuación y dejaron paso a Orphaned Land. Los israelíes subieron a las diez puntuales, ante una expectación enorme generada por las doscientas personas que estaríamos allí.  Basándose en sus dos obras maestras más recientes, Mabool y The NeverEnding Way of ORwarriOR, ofrecieron un concierto de hora y media en la demostraron que en lo suyo son los mejores. De todas formas cometieron un fallo garrafal, y fue el sonido que quisieron imprimir al concierto, sin tener en cuenta las características de la sala, un sonido que había estado muy aceptable a pesar de todo durante las actuaciones de Myrath y Arkan. El ingeniero subió el volumen de todo de forma considerable, supongo para resaltar a Orphaned Land como cabeza de cartel, y lo que provocó fue que las vibraciones rebotaran en ese techo bajo y plano y llegaran distorsionadas y a un nivel en el límite de lo soportable. Una cagada en toda regla.

Empezaron el concierto con temas bastante duros como Halo Dies (The Wrath of God) o Barakah, donde Kobi Fahri resaltó su faceta más brutal. La visión era digna de enmarcar. Un tío con pintas de Jesucristo ataviado con una túnica blanca como en el siglo I, un rosario islámico al cuello, idénticas pelambreras y unas sandalias en los pies rugiendo como un demonio la sagrada Ira de Dios. Éxtasis místico asegurado.

Tras su single Sapari se metieron en la parte central del concierto, reservada para sus temas más progresivos como From Broken Vessels, The Path (Part 1) y The Warrior. Me quedé encandilado con la maestría y el virtuosismo de Yossi Sassi, un guitarrista experto en solos llenos de profundidad y emoción. Tras In Thy Neverending Way (Epilogue) se retiraron para volver para un encore tranquilo, con su gran balada The Beloved’s Cry y el gran solo de The Storm Still Rages Inside. Para despedirse definitivamente buscaron la colaboración del público para cantar Norra el Norra. Kobi nos lo indicó y todos cantamos con él. En hebreo. Y en árabe.

Nora El Nora, ne’ezar begvura shuvi elay malki
Dodi refa, nafshi nichsefa, lebeitach malchi
Nora El Nora, ne’ezar begvura

Salí reventado tras cuatro horas de música pero contento de haber asistido a semejante espectáculo. Muy de vez en cuando se tiene la posibilidad de ver en la misma noche a tres bandas de semejante calibre. La pena fue el lugar elegido. A ver si este Oriental Metal Tour se instaura en tradición y el año que viene vuelven a recorrer Europa expandiendo el mensaje de paz que proclama Kobi “Judíos, musulmanes y cristianos en el mismo autobús, compartiendo el pan y la música durante un mes. Todos somos una familia. Todos somos uno”.

Vayamos juntos a la Tierra Prometida, a traer nuestra paz a la tierra de la guerra interminable, a la tierra que mana leche y miel. La Tierra Huérfana.

We are the Terrorists of Light.